Un estudio publicado en la revista médica New England Journal of Medicine sugiere que trasplantar las heces de un donante a una persona que padece una infección recurrente por Clostridium difficile puede resultar más eficaz que tratarla con antibióticos.
“El microbio Clostridum difficile solo crece y causa infección cuando las bacterias normales del aparato digestivo están ausentes”, explica Josbert Keller, gastroenterólogo del Hospital Hagaziekenhuis de La Haya (Holanda). Las heces de un donante sano, mezcladas con solución salina e introducidas en el organismo a través de una colonoscopia o de un enema, pueden actuar como “un ejército de paracaidistas sobre territorio enemigo”, portando bacterias digestivas que consiguen combatir y eliminar la infección en unos días. “Todo el mundo suele bromear con este tratamiento, pero es muy efectivo”, añade Keller, que en sus experimentos lo ha comparado con el uso de antibióticos como la vancomicina, observando claras diferencias. Y es que, mientras el trasplante funcionó en un 81% de los casos, la infección apenas se curaba con el tratamiento farmacológico. Y lo mejor es que todo el tratamiento se lleva a cabo en poco más de una hora y media.
“El trasplante de heces es el probiótico más poderoso que podemos imaginar, porque introduce flora microbiana sana en un entorno patológico”, defiende Keller, que no descarta que esta terapia pueda emplearse en el futuro para tratar desórdenes metabólicos como la obesidad o el síndrome del colon irritable.