O fue un meteorito muy grande o un asteroide pequeño, pero, definiciones aparte, el cuerpo que explotó el viernes por la mañana en el cielo, sobre Rusia, emitió una energía de 500 kilotones, mucho más de lo inicialmente estimado. Además, era más grande de lo que se creía, alcanzando los 17 metros de diámetro, con una masa de 10.000 toneladas. Son los datos que los expertos de la NASA van obteniendo de los análisis de la información recogida hasta ahora. El estallido fue detectado desde Alaska, a 6.500 kilómetros de distancia.
“Entró en la atmósfera a una velocidad de 18 kilómetros por segundo y en 32 segundos se desintegró”, según explicó Bill Cooke, jefe de la oficina de meteoritos del Marshall Space Flight Center de la NASA. El hecho de que se desintegrara, como lo hizo, da ya alguna pista sobre su composición: no era de hierro/níquel. Cabe esperar que se produjera un gran número de meteoritos que llegaran al suelo.
Lo que esta rotundamente claro es que esta roca no tenía nada que ver con el asteroide 2012 DA14, tres veces más grande, que ayer pasó a menos de 28.000 kilómetros de distancia de la superficie terrestre y cuya trayectoria era perfectamente conocida de antemano. “Fue una increíble coincidencia”, señaló Paul Chodas, científico del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO), en el Jet Propulsion Laboratory(California). “Cabría esperar un acontecimiento celeste de la magnitud de este de los Urales cada cien años de media”, añadió. Todos los expertos recuerdan Tunguska, en Siberia, cuando una explosión en el cielo aplanó una gran extensión de bosque en una zona deshabitada en 1908. Pero que la entrada de un objeto celeste así coincidiera con el paso de un asteroide como el 2012 DA14 es casi inverosímil.