“Las latitudes altas del Norte están siendo más templadas, el hielo del océano Ártico y la duración de la cubierta de nieve está disminuyendo, la estación de crecimiento de las plantas está alargándose”, resume Ranga Myneni, científico de la Universidad de Boston y uno de los autores de la investigación, que se publica en la revista Nature Climate Change. “En el Ártico y en las áreas boreales, están cambiando las características de las estaciones, lo que conduce a grandes perturbaciones para las plantas y para los ecosistemas relacionados con ellas”. En la investigación, financiada por la NASA, participan 21 especialistas de 17 instituciones de siete países.
Los científicos, liderados por Liang Xu (Universidad de Boston), han estudiado la relación entre los cambios en la temperatura y el crecimiento de la vegetación desde 45 grados de latitud Norte hasta el Ártico. El territorio cada vez más verde se aprecia en el suelo por el aumento de los arbustos de cierta altura y de los árboles en vastas regiones de todo el Ártico circunpolar, siendo un proceso más acusado en Eurasia que en Norteamérica. Del territorio septentrional con vegetación (26 millones de kilómetros cuadrados), entre el 34% y el 41% muestra aumento del crecimiento de las plantas, mientras que disminuye entre el 3% y 5%, y no se aprecian cambios en los últimos 30 años entre el 51% y el 62% del territorio.
Los científicos achacan el proceso al llamado efecto invernadero amplificado: “El efecto invernadero empieza por el aumento de las concentraciones en la atmósfera de los gases que atrapan el calor, como el vapor de agua, el dióxido de carbono y el metano, provocando el calentamiento de la superficie de la Tierra y del aire a baja altura”, explica Myneni. “El calentamiento provoca una reducción de la extensión del mar congelado y de la cubierta de nieve en los territorios que rodean el océano Ártico, de manera que aumenta la energía solar absorbida por esa superficie que ya no es reflectante. Esto dispara un ciclo de reforzamiento positivo entre el calentamiento y la pérdida de hielo marino y nieve, amplificando así el efecto invernadero de base”. Y puede amplificarse más aún en el futuro a medida que el suelo se descongele en el Norte y emita cantidades potencialmente significativas de dióxido de carbono y metano.