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domingo, 24 de marzo de 2013

Rumbo a la pardela cenicienta

La barca saltaba sobre las olas rociando de espuma a los que se habían acomodado en la proa prometiéndoselas muy felices. Una periodista estaba verde. No la ayudaban a vencer el mareo los penetrantes efluvios que venían de popa, donde un miembro de la expedición arrojaba pescado al mar como cebo, en la más pura (e inquietante) tradición de Tiburón. Pero esto no era la embarcación Orca del capitán Quint ni el propósito de la salida dar caza a un terrible depredador sino la lancha Ula y una excursión organizada por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/ BirdLife) para avistar ayer en aguas catalanas la pardela cenicienta (Calonectris diomedea), declarada a la sazón "ave del año 2013" y de regreso a nuestras costas tras migrar por África y Sudamérica.

La tal pardela, de la que ha hecho su bandera la SEO, se mostraba esquiva y no acudía a su presentación oficial, la muy pájara. Subía la fuerza del viento y la facción menos marinera del pasaje sufría en silencio, con los prismáticos al cuello, sin atreverse a usarlos. No era el caso desde luego del nutrido grupo de ornitólogos y birdwatchers a bordo (entre ellos Francesc Kirchner, el dueño de Oryx, la tienda paraíso de los naturalistas), que disfrutaban de lo lindo, corrían a babor y estribor sin parar de señalar y contaban sus pajariles batallitas como si estuvieran en un prado y no en tan inestable y espumeante plataforma de observación.

La singular convocatoria, salir a navegar un jueves laborable para ir a ver aves marinas, prometía y no podía dejar de estar —feliz conjunción de barco y pájaros— bajo la advocación de Stephen Maturin, el naturalista de las novelas marinas del añorado Patrick O'Brian. De hecho, a bordo alguien llevaba secretamente el libro póstumo de la serie, como homenaje, junto a un gorro tipo Nelson y un viejo catalejo.

Zarpamos del puerto de Mataró a las 11 y en seguida se vio que aquello no iba a ser fácil. El mar estaba lleno de cabrillas y la lancha cabalgaba como un potro embravecido. Al dirigirnos mar adentro pudieron verse las primeras caras de duda y aprensión. Seguíamos sin atisbar nada, pero es que a duras penas podías estar de pie sin agarrarte a algo. Y entonces, Jordi Sargatal, nuestro legendario ornitólogo, el hombre que salvó los Aiguamolls de l'Empordà, miembro de la junta directiva de SEO, gritó: "¡Dos alcas!". La mitad del pasaje se lanzó a estribor a mirar y la otra nos concentramos en la hoja de identificación de aves marinas que nos habían proporcionado, pensando algunos que más nos hubiera valido un chaleco salvavidas. Apenas entrevistas las alcas, Sargatal (un hombre que ha visto 6.000 de las 10.000 especies de aves del mundo, “es como un virus”) ya reclamaba nuestra atención sobre un grupo de gaviotas enanas, y sin solución de continuidad señalaba una cabecinegra saludándola con un inesperado "¡guapa!".