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sábado, 6 de abril de 2013

Viaje a los hielos polares

Los hielos polares han sido la tumba de los anhelos e ilusiones de numerosos valientes exploradores, hombres con una inteligencia, habilidad y determinación que les hacía sobresalir entre la mayoría. Muchos perdieron la vida y quedaron congelados mientras perseguían su sueño de pasar a la historia como descubridores del polo. No en vano, el Ártico y la Antártida son, junto con algunas montañas y junglas, las zonas más duras e inaccesibles del planeta. Hoy en día, un poco más lejos de estos romanticismos, sigue habiendo expediciones polares: a las bases científicas de la Antártida o a bordo de grandes barcos rompehielos a través de las aguas árticas. El periodista Toni Pou fue seleccionado para pasar casi un mes a bordo de una de estas misiones, en el barco Amundsen, y se volvió de allí con un hermoso libro titulado Donde el día duerme con los ojos abiertos (Anagrama), originalmente escrito en catalán y merecedor del Premio Godó de Reporterismo e Investigación. Durante el tiempo que estuvo allí no se puso el sol ni una sola vez.

Lo que hace especial el libro de Pou, además del tema, ya de por sí apasionante, es la forma en la que está escrito: Pou mezcla la crónica personal con la descripción de las múltiples investigaciones científicas que se llevan a cabo a bordo del Amundsen , todo ello entreverado con el relato histórico de la conquista del ártico, las aventuras y desventuras de hombres extraordinarios como Roald Amundsen, John Franklin,Robert Peary o Fridtjof Nansen. También trata el periodista, y lo consigue, de hacer un retrato fiel de la comunidad científica, lejos de los estereotipos que considera a los científicos raros, excéntricos, alocados o geniales: los que viajan en el Amundsen, cuya edad media ronda los 30 años, son gente normal que muchas veces realiza tareas físicamente muy duras, al recoger muestras de hielo, agua, o lodo del fondo marino, o, simplemente, muy monótonas, como en el caso de los que tienen que vigilar durante toda la noche (noche luminosa, recordemos) unas pantallas para evitar que ciertos parámetros se salgan de la normalidad. Gente que solo puede beber alcohol los días señalados y que, para escapar de la rutina de la vida en un barco, organiza competiciones de mini golf, cenas elegantes los domingos, barbacoas en la cubierta, o se pica jugando a los dardos.

“En el Amundsen lo que hacen principalmente los científicos es tomar muestras para sus investigaciones, y hay muchas interesantes”, explica Toni Pou. "Por ejemplo, aquí se investiga el ciclo del carbono. Por lo general, el carbono pasa de la atmósfera a las plantas, y de las plantas entra en la cadena alimenticia hasta llegar a los animales superiores. Cuando los organismos mueren, el CO2 vuelve a la atmósfera. Pero en el mar el fitoplancton, base de la cadena alimenticia marina y muy abundante en el ártico, captura el CO2 y genera materia orgánica. El material acaba en el fondo marino y no vuelve a la atmósfera. Digamos que el océano fija el CO2. Es interesante comprender cómo, porque de ahí podría surgir un método para modular el ciclo de carbono”, indica. También es sorprendente la conexión que podría tener el Ártico, tal vez el lugar más marciano de este planeta, con la búsqueda de vida extraterrestre. “Cuando se forma hielo, la sal se queda fuera. Así que entre el hielo quedan huecos con altas concentraciones de sal. Ahí viven una bacterias que soportan muy bajas temperaturas y altos grados de salinidad”, comenta Pou. "Este tipo de bacterias que viven en condiciones difíciles para otros organismos se llaman extremófilos y su estudio es interesante porque da pistas sobre cómo pueden vivir organismos fuera de la Tierra en condiciones extremas”. Por ejemplo, según cuenta el periodista, de haber vida en el Sistema Solar, lo más probable sería encontrarla en Europa, la luna de Júpiter, que está recubierta de hielo, bajo el cual podría haber agua líquida que albergase formas de vida.