Mediciones independientes realizadas por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA por sus siglas en inglés) y el Instituto Scripps de Oceanografía, dependiente de la Universidad de California en San Diego, han estado en sintonía con este nivel por esas fechas. Este hecho marca un hito importante porque la estación de Mauna Loa, al ser la estación de vigilancia sistemática de dióxido de carbono (CO2) con la serie más larga de mediciones en el mundo, es el principal punto global de referencia sobre la evolución en las últimas décadas de la concentración atmosférica de este potente gas de efecto invernadero.
El dióxido de carbono, bombeado a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles y otras actividades humanas, es el gas de efecto invernadero que más contribuye al cambio climático. Su concentración ha aumentado cada año desde que los científicos empezaron a hacer mediciones sistemáticas hace medio siglo en las laderas del volcán Mauna Loa. El ritmo de crecimiento se ha acelerado desde que empezaron las mediciones. De aproximadamente un crecimiento de 0,7 ppm por año a finales de la década de 1950, ha pasado a 2,1 ppm por año durante los últimos 10 años.
"Ese aumento no es una sorpresa para los científicos", explica Pieter Tans, de la División de Monitorización Global del Laboratorio de Investigación del Sistema Tierra, de la NOAA, en Boulder, Colorado. La comunidad científica lleva muchos años alertando sobre este proceso. "La evidencia es concluyente en cuanto a que el fuerte crecimiento de las emisiones globales de CO2, producto de la quema de carbón, petróleo, y gas natural, es la fuerza motriz que causa esta aceleración."