Esta película está más cerca de un Nobel que de un Oscar. Hecha como la animación a lápiz, fotograma a fotograma, IBM ha creado un corto de un niño que juega con una pelotita. Su mérito está en que el contorno de las figuras, los rudimentarios puntos que se ven, son en verdad átomos, y la película es un alarde de la precisión con la que la compañía es capaz de manipular la estructura básica de la materia. No se trata solo de un divertimento: el manejo de átomos, uno a uno, es clave para la futura computación cuántica.