Sin embargo, un grupo de científicos liderados por Alan Gadian, de la Universidad de Leed (Reino Unido) y Rob Wood de la Universidad de Washington (EE UU), ha ideado un modelo teórico de barco que sería el que «sembraría» de nubes el cielo. Gadian manifiesta que «la idea de es aumentar el albedo de las nubes uniformes o estratocúmulos, que cubren el 30 por ciento de ls océanos». El albedo no es ni más ni menos que la relación entre la cantidad de la energía luminosa absorbida y reflejada: «La nieve refleja el 90 por ciento de la energía solar. El océano, cuya superficie es oscura, no llega el tres por ciento. Las nubes reflejan muy bien y cuántas más haya, más refrescan lo que hay debajo», explica Daniele Cat Berro, de la Sociedad Meteorológica Italiana.
El método elegido sería mediante unas enormes chimeneas transportadas en barco, de los que se necesitarían al menos dos docenas –que aumentarían si se eleva las temperaturas del nivel del mar–, como apunta Gadian, «para poder optimizar la cobertura. A nivel experimental esto nos llevaría como unos seis meses, aunque para poder obtener resultados reales ya nos alargamos hasta dos años. Las chimeneas expulsarían unos 30 litros por segundo en forma de espray para formar las masas de vapor acuoso».
Los ciclones tropicales característicos del mar Caribe se fortalecen gracias a las temperaturas por arriba de los 26 grados centígrados, las alimentan con calor y humedad hasta formar fenómenos tan devastadores como Sandy. El interés por comprender y, si fuera posible, evitar los daños han lanzado a la NASA a crear un cuerpo de vigilancia especial (los drones del proyecto HS3) para tomar datos durante la temporada de huracanes en el Atlántico, es decir, desde agosto hasta octubre.
El método elegido sería mediante unas enormes chimeneas transportadas en barco, de los que se necesitarían al menos dos docenas –que aumentarían si se eleva las temperaturas del nivel del mar–, como apunta Gadian, «para poder optimizar la cobertura. A nivel experimental esto nos llevaría como unos seis meses, aunque para poder obtener resultados reales ya nos alargamos hasta dos años. Las chimeneas expulsarían unos 30 litros por segundo en forma de espray para formar las masas de vapor acuoso».
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