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domingo, 25 de noviembre de 2012

La exposición a la luz durante la noche puede causar depresión y problemas de aprendizaje


Demasiada luz nocturna puede afectar nuestros ritmos, alterar nuestra capacidad de aprendizaje e incluso causar depresión. Así lo sugiere un estudio que se publica en Nature que, aunque se ha llevado a cabo en ratones, advierte del riesgo que supone tanta exposición crónica a la luz, como la de los ordenadores, lámparas o incluso tabletas o smartphones.
«Lo que hemos visto, en resumen, es que la exposición crónica a la luz brillante, incluso el aquella de nuestro propio salón o la que tiene por la noche un trabajador por turnos, aumenta los niveles de una hormona de estrés del organismo, lo que desencadena depresión y disminuye la función cognitiva», explica Samer Hattar, profesor de biología en la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.).
El estudio muestra cómo unas determinadas células del ojo de los animales -llamadas células ganglionares de la retina intrínsecamente fotosensibles, o ipRGCs- se activan a consecuencia de la luz brillante, lo que, según los investigadores, afecta el centro cerebral del estado de ánimo, la memoria y aprendizaje.
La exposición a la luz durante la noche puede causar depresión y problemas de aprendizajeTambién en humanos
Y, aunque el trabajo se ha realizado en ratones, los científicos advierten que estos resultados son fácilmente extrapolables a los humanos. ¿Por qué?, se pregunta , Hattar. «Los ratones y los seres humanos somos, en realidad, muy similares en muchos aspectos; uno de ellos es que los dos tenemos estás células en los ojos, y nos afecta de la misma manera. Además, en este trabajo, hacemos referencia a estudios anteriores llevados a cabo en seres humanos en los que se muestra que la luz, en efecto, tiene un impacto en el sistema límbico del cerebro humano».
Desde hace tiempo se sabe que los días más cortos del invierno causan que algunas personas desarrollen una forma de depresión conocida como «trastorno afectivo estacional». Y también se sabe que algunas de estas personas se benefician de una «terapia de luz», que es la simple exposición de forma regular a la luz brillante.
El equipo de Hattar analizó cómo beneficiaba la «terapia de luz» a los ratones. Así, probaron su teoría mediante la exposición a un ciclo de 3,5 horas de luz y 3,5 horas de oscuridad a los animales. Los resultados mostraron que la luz no interrumpía el ciclo del sueño pero, sorprendentemente, provocaba que los animales desarrollaran comportamientos depresivos. «Mostraban falta de interés hacia el azúcar o la búsqueda del placer. Además, presentaban una mayor dificultad de aprender procesos nuevos, mucho mayor que la de los ratones con un horario regular de ciclo luz-oscuridad».