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jueves, 27 de diciembre de 2012

A un paso del carburante sostenible para todos los aviones

El desarrollo de los combustibles para la industria aérea ha llegado a un “valle de la muerte”, según lo describe Paul Steele, el responsable de la estrategia medioambiental de IATA (la mayor asociación de líneas aéreas del mundo). Es el espinoso camino que separa las buenas intenciones de los hechos, la diferencia entre poner a volar unos pocos aviones de prueba con gasolina ecológica o revolucionar el sector logrando que toda la industria utilice biocombustibles.

Hace un par de semanas, Steele habló con preocupación del asunto el una jornada de reflexión sobre el estado de la industria en Ginebra. Una imagen muy expresiva describe para él el momento en que se encuentran los biocombustibles para aviones: hay que cruzar un puente largo y endeble para llegar a su producción y comercialización a escala. Bajo el puente está el valle de la muerte, lleno de cactus. Si la industria no lo traspasa habrá fracasado en sus objetivos de reducción de CO2.

El sector aéreo ya cuenta con la tecnología para desarrollar combustibles de calidad que, además, han sido testados en aviones de prueba. El pasado 20 de junio el Secretario General de OIAC (Organización Internacional de Aviación Civil), Raymond Benjamin, viajó entre Montreal y Rio de Janeiro en un viaje con dos escalas y tres aviones, propulsados por distintos tipos de carburantes sostenibles. “Estoy orgulloso de haber servido como pasajero simbólico en este vuelo sostenible hacia el futuro”, aseguró Benjamin.

La aviación fue la primera industria que planteó compromisos globales para reducir sus emisiones de CO2. Las emisiones de aviones suponen sólo un 10% de las globales provenientes de carburantes líquidos dedicados al transporte y es la industria automovilística la responsable de la mayoría del CO2. En 2008, el total de la gasolina utilizada para transporte supuso 2.000 millones de toneladas. De eso, la aviación comercial utilizó 215 millones.