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sábado, 15 de diciembre de 2012

Activar un gen cambia aletas por patas

Que el paso de la vida marina a la terrestre fue clave en la evolución no hace falta que nadie nos lo explique: aquí estamos los seres humanos, que salvo gente de la talla Michael Phelps en corto o David Meca en largo, como el chapuzón se prolongue nos defendemos fatal. Y que el cambio de aleta a pata necesita una mutación (o varias) es elemental en genética. Es aquí donde encaja un trabajo del CSIC, que ha descubierto que si se coge un pez cebra y se sobreexpresa un gen del grupo de los Hox, la aleta empieza a osificar como si fuera una extremidad.

Los genes Hox son una de las claves en la evolución animal, y, también en que la mayoría de las especies tengan una estructura similar: cabeza, un cuerpo más o menos complejo y una parte anal terminal. Tienen un papel tan importante, que son intercambiables entre especies: están ahí, listos para expresarse. “El ancestro común de los peces y los tetrápodos tenía un genoma preparado para adquirir progresivamente nuevos elementos reguladores que fueron aumentando los niveles de los genes Hox que permitieron el desarrollo de las manos y los pies”, explica Fernando Casares, del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (un centro mixto del CSIC y la Universidad Pablo Olavide), uno de los autores del trabajo.

En concreto, el gen implicado se denomina hoxd13. “Nuestros experimentos demuestran por primera vez que, si aumentamos los niveles del gen hoxd13 en aletas de peces cebra, se incrementa la aparición de tejido óseo de carácter distal similar al que genera los dedos en animales con patas como nosotros”, explica el investigador del CSIC José Luis Gómez‐Skarmeta.