Aunque el Sol es mucho más grande que los planetas, acumula un 98% de la masa del Sistema Solar, estos, esos cuerpos comparativamente tan pequeños que giran a su alrededor, influyen en su actividad magnética, en concreto en los ciclos largos de la estrella. Es lo que sugiere un equipo de investigadores de Suiza, España y Estados Unidos, que han investigado los ciclos de actividad magnética solar de los últimos 10.000 años. El estudio puede ayudar a mejorar la predicción del clima del astro.

Estos científicos exponen en la revista Astronomy and Astrophysics su investigación y su hipótesis resultante. La clave estaría en una capa de transición en el interior del sol, denominada tacoclina, una delgada capa de transición (de no más de 10.000 kilómetros de espesor), situada a una profundidad de unos 200.000 kilómetros por debajo de la superficie visible del sol, entre las zonas de convección y la zona interior radiativa, y que juega un papel fundamental en la generación del campo magnético solar. Sobre esta tacoclina, sugieren Abreu y sus colegas, influirían las fuerzas debidas a los movimientos de los planetas, como la fuerza de marea entre la Luna y la Tierra. Sus cálculos, realizados sobre datos de los últimos 10.000 años, muestran una buena correspondencia entre las fuerzas de movimientos de los planetas y los ciclos solares, afirman. Por ello sugieren que “la actividad magnética del astro a larga escala temporal está modulada por los efectos planetarios”.
“La idea de que los planetas influyen de alguna manera en el magnetismo solar es muy vieja, pero hasta ahora no se habían aportado pruebas sólidas”, explica Antonio Ferriz, profesor de la Universidad de Vigo y científico del Grupo de Física Solar del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC), uno de los autores de la investigación. “En cualquier caso, nosotros no decimos que las manchas solares (ni siquiera el ciclo de 11 años) estén causadas por los planetas, sino que estos tienen un papel de modulador y la influencia planetaria nos permite explicar perfectamente las frecuencias de 88, 104, 150, 208 y 506 años, y hasta ahora no había ninguna otra explicación para estas frecuencias”, añade.