La ricina es una proteína que se extrae de las semillas del ricino(Ricinus communis). Es “extremadamente tóxica”, según elCentro de Control de Enfermedades de EE UU (CDC). No tiene nada que ver en sus propiedades con el aceite que se extrae de la misma planta y que fue tan popular como laxante.
Está considerada como una potencial arma biológica. Estudios en monos indican que la ingesta de 3 miligramos puede ser mortal para un animal adulto. “La ricina causa toxicidad inhibiendo la síntesis de proteínas en las células del individuo expuesto. Puede causar graves reacciones alérgicas. La exposición incluso a una pequeña cantidad puede ser mortal”, añade el CDC.
Las vías para su propagación son variadas: por el aire o en comida o bebida. Por eso puede ser absorbido por el organismo a través de ingesta, inhalación o por contacto con los ojos; también a través de la piel irritada o por heridas abiertas, pero “probablemente” no a través de la piel sana, indica el CDC. “También puede atravesar la piel en forma de pequeños proyectiles”, añade la agencia estadounidense.
La ricina actúa inhibiendo la acción de los ribosomas. Estos orgánulos celulares son los encargados de sintetizar las proteínas: sin ellos, todos los procesos biológicos se detienen. Lógicamente, su gravedad depende de la cantidad a la que la persona está expuesta. “La forma inhalada puede causar problemas respiratorios, fiebre, tos y náuseas. Si se ingiere, causa diarreas, vómitos, deshidratación y convulsiones”, indica Nature. Los síntomas pueden tardar entre 4 y 24 horas en aparecer, y la muerte, sobrevenir entre los tres y seis días. Todas estas propiedades hicieron que fuera considerado su uso en la I Guerra Mundial.
No tiene tratamiento y solo hay una vacuna en pruebas.