El Grove mide casi dos metros de alto, pesa 400 kilos y puede desplazarse por la nieve autónomamente, a una velocidad de dos kilómetros por hora y sin contaminar, con un radar para explorar las capas de nieve que se acumulan formando los glaciares. Tiene un indudable sabor a los robots rodantes, o rover, de exploración planetaria que la NASA envía a la superficie de Marte, como el Curiosity. Pero en este caso el entorno en que el vehículo tiene que desenvolverse, por desértico y extremo que sea, está en el planeta Tierra: los hielos de Groenlandia.
El prototipo está listo y las pruebas con el nuevo aparato en Groenlandia comienzan el 3 de mayo para durarar algo más de un mes. El objetivo científico, aún en la fase de ensayos, es detectar la capa de nieve que se formó allí el pasado verano tras un excepcional episodio de fusión del 97% de la superficie helada de Groenlandia debido a las altas temperaturas registradas.
La idea surgió de un grupo de estudiantes de ingeniería entusiastas de los rover que, durante sus prácticas en el Centro Goddard de la NASA, plantearon a una científica, Lora Koening, si sería de utilidad un rover en sus investigaciones de la acumulación de capas en los glaciares. Los datos normalmente se adquieren desde satélites y aviones, o los toman los científicos desplazándose en motos de nieve en condiciones a menudo realmente difíciles. A Koening le gustó la idea del robot, la encontró útil y propuso a los jóvenes colocar un radar en el vehículo autónomo, convirtiéndose también en asesora del proyecto. “Los robots como el Grover nos proporcionarán una nueva herramienta para los estudios de glaciología”, explica la científica en un comunicado de la NASA.
Al Grover (Greenland Rover Goddard Remotely operated Vehicle for Exploration and Research), se le unirá en las pruebas de campo otro robot rodante, el Cool Robot, desarrollado en el Dartmouth College, con financiación de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF)estadounidense, diseñado para llevar diferentes instrumentos de muestreo atmosférico y de glaciares.
Las soluciones técnicas aplicadas en el rover de los hielos no son idénticas a las del Curiosity o de similares misiones de la NASA fuera del planeta, pero los retos guardan similitudes: “El Grover es exactamente como un vehículo espacial operando en el suelo: tiene que sobrevivir durante meses sin ayuda en un entorno hostil, con unos pocos comandos para conocer su condición y darle instrucciones para desenvolverse en las situaciones que encuentre”, explica Michael Comberiate, ingeniero retirado de la NASA y responsable de los cursos de verano de ingeniería en Goddard. También sería útil en la Antártida, señala. No hay que olvidar que el Curiosity, como sus antecesores Spirit,Oportunity y Sojourner son plantaformas de ensayos de tecnologías, además de misiones científicas.